Despoblación: Capítulo IV: La defensa de “nuestra tierra”, los recursos naturales, un campo de oportunidad

29-09-2017 por Administrador

La tierra no tiene dueño, la tierra es de las personas que la trabajan y de las que, además, la respetan y la cuidan.

Conforme los pueblos se vacían, su tejido social va quedando desamparado y rendido a multitud de expolios, donde grandes empresas saquean los recursos de la zona en su propio beneficio deteriorando los medios naturales que las personas allí arraigadas han cuidado durante generaciones, es en ese modo donde surgen vertederos, explotaciones mineras, macrogranjas porcinas, Fracking,... Todo con un alto impacto ambiental y basándose en proyectos fantasiosos que prometen el resurgir de pequeñas zonas; sin embargo, el resultado final es un escaso impacto laboral a cambio destruir el medio ambiente.

 
Estos proyectos sólo son posibles cuando la desesperación acucia y  lleva a cometer errores. Por eso es importante frenar la despoblación, porque es posible llegar a pensar que en una zona despoblada mejoran  nuestros bosques y nuestro medio ambiente, pero esto no sucede en esos términos. Más bien, lo que sucede es que la tierra tiene un valor y un interés, y si quien se la apropia es para “sacarle rendimiento” –léase expolio y saqueo-, pues para eso es mejor que no haya testigos. Por tanto, unos pueblos con expectativas –realistas y respetuosas- son fundamentales para mantener el patrimonio, entendido de una forma global, no sólo el patrimonio histórico-artístico, sino el paisajístico y el medioambiental también.
 
La gestión de nuestros recursos naturales, un campo de oportunidad.
 
La protección a las abejas, con la labor natural que realizan y que mantiene a tantas explotaciones, debe ser primordial en las ayudas a éstas para el desarrollo de su formación y garantizar además la venta de su miel, de una forma que garantice una vez más su gran calidad reseñando su origen. Además, debemos ser conscientes de los peligros de la avispa asiática. La miel es un recurso que puede ser salida de trabajo en el mundo rural, ya que hay mucha posibilidad de mejora en un sector ecológico, beneficioso para asentar población y mantener nuestros ecosistemas, incluso ligados a la vez a sectores como plantaciones de hierbas aromáticas.
 
Pero no debemos olvidar el potencial de los recursos micológicos, la plantación de la trufa negra y la micotrufa, la gestión de la biomasa de los bosques,... ese potencial es inmenso y está aún por descubrir.
 
Debemos entender el bosque como camino,  ya que estamos en una comunidad con muchas hectáreas de monte, lo que nos obliga a la limpieza y cuidados del mismo, para difundir a su vez la idea de oportunidades que tenemos en ellos, pero también en la replantación de especies autóctonas en nuestros páramos y laderas, para evitar erosión e incendios. Sin embargo, lo que hoy vemos es precisamente lo contrario: bomberos forestales explotados, sin recursos y en condiciones de precariedad laboral extrema, que la Junta o el propio Estado no se atreven a abordar, los ven como un problema cuando son una solución, el ejemplo más claro y rotundo son los despidos en la empresa TRAGSA .
 
Es prioritario ampliar los recursos en el mantenimiento y protección de nuestra fauna y de los espacios naturales de nuestra comunidad, como tesoros y fuentes de riqueza. La Comunidad Autónoma lo que debe hacer es cambiar la perspectiva de enfrentar a conservacionistas y agricultores: las ayudas deben gestionarse de manera rápida y no permitir la muerte regulada de un número determinado de animales cada año.
 
Por otro lado la contaminación y la permisividad en el deterioro natural de nuestro entorno rayan lo sangrante. La Junta debe invertir en hacer cumplir sus propias leyes acabando con los vertederos incontrolados (y evitando que se incendien los centros “controlados”, como los casos de Chiloeches) o evitando las talas incontroladas o la caza furtiva,  o evitando que se envenenen nuestros campos con glifosatos (con efectos nocivos en los roedores que traspasan al resto de la cadena trófica, destacando la muerte de rapaces).
 
¿Y la industria?
El sector secundario, es un sector fundamental en una comunidad y más en las zonas rurales. Hay casos puntuales en las zonas del Norte de Guadalajara o de la comarca de Molina de Aragón dentro de nuestra provincia, sí, con industrias de transformación de los productos primarios, los que generan a su vez una dinámica que asienta a la población y muchos de ellos en zonas muy afectadas por la despoblación, como también podría ser el ejemplo de Toro, en Zamora, con la gestión del vino, industrias lácteas y galleteras.
 
Pero esto no es suficiente, debemos apostar por industrias que aporten factores sostenibles a nuestra economía, con proyectos de I+D, como puede ser la química verde o sostenible (dirigida hacia el diseño de productos y procesos químicos que implica la reducción o eliminación de productos nocivos para los materiales, las personas y el medio ambiente). De lo que estamos seguros es que no se puede apostar en la industria en zonas rurales por “monocultivos industriales” (como la fabricación de automóviles) o por el ladrillo como solución.
 
Lo que sí parece empíricamente demostrado es que la presencia de industria nos da una media de población más joven, es decir, fija población en el medio (rural en este caso), sobre todo si ese empleo es femenino.
 
A modo de conclusión, en una zona rural con bosque o monte siempre hay trabajos: podar, limpiar, replantar, vigilar, observar y, desde luego, otros valorados como más productivos por la utilización directa de dichos recursos. Así pues, es necesario establecer un plan de trabajo garantizado, donde se debe articular por el gobierno autonómico el desarrollo de cursos de formación en diversas profesiones que, tal vez, no tengan a corto plazo un rendimiento económico suficiente, pero deben constituir la forma de permanencia en la zona, la forma de mejorar nuestros recursos y, en muchos casos, de encontrar actividades complementarias que pueden dar salida a profesiones muy interesantes (como la de piloto de drones, una actividad totalmente innovadora que puede ser una herramienta básica para controlar nuestros recursos forestales, por ejemplo).
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Julián Atienza García, Coordinador Provincial de Izquierda Unida